Aumento de salarios o la maldita curva de Phillips

En qué mundo vivimos, Tu Dosis de RRHH

Consta que la primera moneda se acuñó en el reino de Lidia (Turquía actual), en el 650 a.C., y era una aleación de oro y plata llamada “electrum”. Se considera que sus motivaciones y aplicaciones iniciales no fueron comerciales, sino, ¡cómo no!, para pagar a soldados y mercenarios.

Desde esos tiempos, multitud de monedas se han creado para facilitar e incentivar el intercambio de productos en detrimento del trueque, y, desde los mismos tiempos, cuando las monedas incrementaron, los productos normalmente más pronto que tarde incrementaron.

Algo similar ha pasado con el incremento de los “electrums” en la última década. Y ya constatado su efecto sobre el precio de las cosas y la efectiva pérdida de poder adquisitivo general de la sociedad, queremos poner el acento en la realidad que nos tocará vivir en este futuro, en cuanto a nuestra capacidad de consumo.

Si anteriormente hablábamos de crisis de precios y de la senda alcista de los tipos de interés para combatirlos, ahora toca pensar en los salarios para ser conscientes de lo doloroso del ajuste y el empobrecimiento general de la población que lleva implícito.

La historia y sus ejemplos

Érase una vez a finales del siglo XIV y principios del XV (1378 – 1430) una ciudad llamada Zaragoza, epicentro de la población aragonesa que vivió como pocos un período denominado “edad de oro del trabajador”. El nombre, también utilizado para otros períodos de otros pueblos europeos, indicaba un aumento de salarios muy por encima de los precios. 

Hay otros ejemplos históricos de subidas salariales por encima de la de precios, pero pocos con la intensidad aragonesa. Los salarios en este subperíodo llegaron a subir más de 100 puntos porcentuales en Aragón, en relación con los precios, que también subieron considerablemente. 

Sea por las guerras precedentes y la peste negra que redujo la población trabajadora aragonesa haciéndola más escasa y cara; sea por la entrada de Zaragoza en las rutas comerciales; sea por la reconstrucción del espacio agropecuario o porque Castilla, Cataluña y Valencia estaban en sus rencillas, la verdad es que los aragoneses, en pocos años y sin saberlo, se enriquecieron enormemente aumentando su poder adquisitivo como rara vez ha pasado en la historia.

Sabemos, y en esto coinciden como en pocas cosas la mayor parte de economistas, que la productividad tiene un efecto favorecedor de los aumentos salariales. Es obvio pensar que si con los mismos costes salariales somos capaces de aumentar los productos producidos, podremos hacer frente a mayores costes de producción y también salarios.

Donde ya no hay tanto consenso es en la correlación entre el desempleo y la inflación, y es necesario pasar por esta correlación para poder entender qué reacción pueden tener los salarios en períodos de alza de precios.

Una curva de Phillips para debatir

Fue en noviembre de 1958 cuando el economista William Phillips desarrolló la curva de Phillips, un gráfico que relaciona el desempleo con los precios. La curva es una de las herramientas macroeconómicas más utilizadas, que refleja que cuando hay más paro los precios son más bajos y en la medida que hay más actividad los precios tienden al alza. Aunque puede parecer muy lógico, si no hay personas que tengan dinero, no habrá demanda, y los productos no podrán ser caros si se quieren vender. 

Asimismo, hay importantes detractores y momentos históricos que también la contradicen. Es importante que tengan razón los detractores, pues la curva nos dice que si queremos bajar la inflación estamos condenados a tener más paro.

Curva-de-Phillips-con-inflacion-grafico-EEUU-Alemania-Francia-Espana

No tan lejos, en la crisis del petróleo de 1973, se dio un período de estanflación importante en EE. UU., es decir, inflación alta y desempleo elevado. Los precios aumentaron considerablemente a la vez que  EE. UU. estaba sumida en una grave crisis, con altas cuotas de gente sin actividad.

Prestigiosos economistas como Milton Friedman y Robert Lucas llegaron a poner en cuestión la relación mostrada por la curva de Phillips, sobre todo porque consideraban que no era lógica a largo plazo. Entendían que no se puede mantener sistemáticamente un desequilibrio de precios bajos y desempleo o de precios altos y actividad. Por tanto, objetaron que la curva no podía reflejar períodos largos o cuestiones sistémicas y concluyeron que no era real.

Bien, en este momento de la historia en el que estamos, en un extremo de la curva con tasas de actividad muy elevadas en los países occidentales y con unos precios elevados, esperemos que la curva del Sr. Phillips no se cumpla, ya que si conseguimos bajar los precios, implicaría un aumento del desempleo.

En la lucha de los desequilibrios

La verdad es que estamos en un período de desequilibrio de variables macroeconómicas, altas cuotas de actividad laboral en el mundo occidental, pero con un PIB (que en teoría es la variable de referencia para marcar esta actividad) en descenso.

Ya sabemos que los bancos centrales y gobiernos económicos occidentales han optado por reducir la inflación con la subida agresiva del precio del dinero para enfriar la economía, aunque de momento no han optado de forma tan coordinada por la reducción del gasto público para dicho objetivo (véanse las políticas gubernamentales de mayor gasto público para compensar los precios energéticos, o véanse los fondos next generation o los fondos para la reducción del CO2).

Las tasas de ocupación occidental reducen el miedo a las consecuencias sociales de generar un enfriamiento de la economía, ni que la guerra y demás desequilibrios energéticos pudieran hacer pensar lo contrario. Y, por tanto, también es más probable que en los próximos meses las políticas monetarias consigan parcial o totalmente su objetivo y entremos en cierta recesión para conseguir la benevolente reducción de precios.

Tenemos inflación, tenemos subidas de tipos de interés para enfriar la economía y bajar los precios y no sabemos si tendremos subidas salariales para reducir la pérdida del poder adquisitivo.

Ya hemos comentado que los salarios son sensibles a la productividad, pero aún son más sensibles al número de personas disponibles para trabajar y al número de personas necesarias.

Por tanto, desde esta premisa, en tiempos de mayor desempleo los salarios no son alcistas, con independencia de las singularidades de sectores concretos por desencaje entre profesionales cualificados y demanda concreta de nuevas actividades.

De todas formas, observemos la evolución de los salarios en nuestro entorno europeo, en el período de 2008 a 2017.

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Rápidamente vemos que en la década posterior a la crisis financiera hubo un estancamiento prolongado de los salarios y que fue menos pronunciado en los países con renta por cápita más baja, pues su punto de partida era inferior y la propia tendencia a la convergencia económica global implicaba un mayor grado de prosperidad.

Pero con independencia de este factor, sí que queda en evidencia el estancamiento salarial post crisis durante un período muy prolongado de tiempo.

Qué ha pasado con los salarios en España en las últimas dos décadas, según la evolución de la inflación

Un estudio publicado por Caixabank research refleja que la correlación entre las dos variables ha sido más o menos constante, sobre todo en la primera década.

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Las conclusiones del estudio, sin entrar en detalle, expresan que más o menos entre 4 meses y un año es el período que transcurre para que los salarios reaccionen al alza con un repunte de precios.

Obviamente, la estabilidad de precios de la última década no ha permitido ver grandes movimientos en los salarios. Por otro lado, debemos pensar que han existido  elementos externos relevantes que han podido condicionar la reactividad de los salarios a la inflación, tales como incrementos de productividad provocados por la tecnología, la crisis financiera del 2008 o la reforma laboral del 2012.

De todas formas, observamos claramente que, en el último año, la gráfica está fuera de cualquier correlación; hemos entrado en un período altamente inflacionista y los salarios aún no han reaccionado al alza.

Cómo podrían evolucionar los salarios en España en los próximos dos años

Tenemos una inflación alta y bajar los precios implica enfriar la economía y, en teoría, que se dé la curva de Phillips con menor ocupación. Si hay más gente sin trabajo, la presión para que suban los salarios será menor.

Pero, por otro lado, tenemos los datos de las últimas décadas, y tiendo a pensar que la evolución económica actúa siempre contra el mayor de los desequilibrios.  

Una vez finalizado el incremento desequilibrado de masa monetaria en la segunda década de este siglo y una vez se ha materializado un incremento de precios desequilibrado y una vez estamos resituando el precio del dinero (tipo de interés) que también ha estado largamente desequilibrado (muy bajo), el mayor desequilibrio actual es la rápida pérdida del poder adquisitivo de la sociedad.

Ya sea por este convencimiento o por los datos de nuestra historia reciente, me inclino por pensar que los salarios AÚN no han reaccionado al alza.

No soy partidario de apelar a la excepcionalidad de las épocas, todas las épocas tienen sus excepcionalidades y el tiempo resitúa rápidamente las cosas en términos históricos. 

Por ejemplo, la devastadora covid de hace 4 días y como el mundo la ha sorteado con una velocidad extraordinaria en poco tiempo y aún sin perspectiva histórica, o, por ejemplo, la actual guerra en Europa… pero guerras, por desgracia, las hay permanentemente. Incluso la revolución energética y tecnológica y el cambio climático son efectos enormemente disruptivos, pero que al final acaban centrifugando al equilibrio de las variables macroeconómicas.

En términos más locales y a corto plazo, España está ganando diferencial de competitividad en relación a su entorno económico porque los salarios nominales están demasiado alejados de los de países europeos donde tenemos nuestro mercado natural de bienes y servicios. Este desequilibrio y la competitividad del mercado español por menores costes de producción incentivará subidas salariales. También el peso del turismo en nuestro país nos rema a favor en los próximos años, en términos de presión salarial al alza, después del desequilibrio provocado por la pandemia.

No creo que tengamos la suerte de los aragoneses de principios del siglo XV, pero tenemos muchos fundamentales para pensar en una alta probabilidad de ajuste de salarios al alza durante el 2023  y 2024.

En conclusión…

Es seguro que la variable macroeconómica que tiene el foco actual es el “salario”.  Ya sea por diferenciales de precios, por actividad, por nuestro entorno competitivo, por los nuevos retos sectoriales, está en claro desequilibrio, y todo lo que tenga relación con esta variable tendrá mayor incidencia en nuestra economía.

Me atrevo a augurar una gran actividad en 2023 y 2024 para los responsables de los recursos humanos de las empresas, en sus habilidades de gestión y en su razón de ser, y para todos los servicios que tengan que ver, en general, con la gestión de las personas y de su encaje laboral.


Por Francesc M. Puig,
Managing Partner en ISPROX

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