Estrés, tiempos límites, demasiadas horas sentado… Durante las ocho hora que conforman la jornada laboral son muchos los elementos que pueden desgastar tanto el cuerpo como la mente. Para ello, los expertos lo confirman: comer sano mejora la productividad en la oficina.
Adiós al café de la mañana
La frase “Sin un café nada más levantarme no soy persona” tiene los días contados. Numerosos estudios han derribado el mito del café a primera hora de la mañana, para situar el consumo de esta bebida casi al mediodía. Esto se debe a los picos de cortisol (la conocida hormona de la “alerta”) que el cuerpo experimenta en ciertos momentos del día. Conocer estos picos evitará combinarlos con la cafeína, y mantendremos el cuerpo en un equilibrio de atención y concentración, en lugar de estrés o hiperactividad.
Las horas en las que el cortisol afecta está entre las 8 y las 9 am, de las 12 a las 13 horas y desde las 5 a las 6 de la tarde.
Para evitar picos de glucosa que afectan de forma rápida y efímera a nuestro cerebro (los conocidos bajones de azúcar), lo ideal es mantener una cantidad moderada durante todo el día. Para ello, es necesario comer varias veces al día (unas cinco son las recomendables), evitando las bebidas carbonatadas y azucaradas o productos pesados, ya que fomentarán la sensación de cansancio y decaimiento.
Para ello, productos ligeros y digestivos como los lácteos sin lactosa o las frutas, además de aportar los nutrientes necesarios, mejorarán las digestiones, haciéndolas menos pesadas.
¿Qué comer para empezar el día con el cerebro a pleno rendimiento? Los huevos son una gran fuente de una vitamina denominada colina, principal responsable de mejorar la memoria; los yogures, con su alto contenido en proteínas y probióticos, perfectos para un buen tránsito intestinal y como hidratantes “comestibles”; alimentos antioxidantes como los arándanos, que mejoran la coordinación motora.
Para seguir con la mente despejada y mejorar la concentración, nada como incorporar alimentos como las espinacas, de alto poder antioxidante y que pueden mejorar la capacidad de aprendizaje y retención; grasas saludables como la contenida en los aguacates, perfectos para la salud de nuestro cerebro; y las almendras, que mejoran la capacidad de nuestra memoria.
Seguir alimentándose de forma sana incluso horas antes de acostarse es imprescindible para el cuidado de nuestro cerebro. ¿Un ejemplo de una cena equilibrada? Salmón, para la memoria y la concentración; arroz integral y brócoli, cargados de vitaminas y magnesio, que mejoran la salud cognitiva; y berenjena, para incrementar la agilidad mental.
Picar es beneficioso, si se hace sabiamente. ¿Cómo? Con verduras fáciles de comer como las zanahorias, para mantener los niveles de azúcar a raya; nueces y anacardos, que gracias a su contenido en grasas omega-3 y omega-6, vitaminas y magnesio, ayudan a controlar el apetito y mejorar el humor; y chocolate negro, que con sus propiedades antioxidantes incrementa la producción de endorfinas, imprescindibles para mejorar la concentración.